La entrada al puerto de Eivissa es todo un poema, la cantidad de ferrys, yates y resto de embarcaciones que entramos a la misma hora, y la verdad ninguno respeta (yo tampoco mucho)la velocidad, parece que se nos acabe el dia y hemos de vender el pescado. Pero lo divertido es ver a los jubilados en la punta del muelle creo que partiendose de risa "mira ese se la va a pegar" o cosas asi, aqui si prevalece aquella ley de la preferencia de peso o tamaño. un abrazo a todos